miércoles, 17 de febrero de 2016

DOS COSAS QUE ME LLEVARÍA A UNAISLA

Si me  preguntaran qué me llevaría a una isla desierta, respondería sin dudarlo que la  Biblia y la música de Bach , al que un día  desprecié . Nada me parece más indispensable para vivir. 

Desde que estaba casi en la cuna, escuché música en casa . Se cantaba mucho, y se escuchaba música casi a todas  horas. Después mis padres trataron que estudiásemos solfeo  y piano. Una pena. Sólo una  de  mis  hermanas ,Marisol, alcanzó la pole en la Fórmula  del mundo del Órgano.

Los demás , quién más menos, hemos hecho nuestros  pinitos. Tal vez  mi hermano Chema hubiese  hecho carrera. De todos, con diferencia, es el más dotado para la música.

La semilla de todas esa educación de canciones y canciones que se escuchaban en casa brotó con los años . Al menos  a mi. Ahora estoy escribiendo esta entrada y atiendo   La Pasión según san Mateo.  

Cuenta  mi hermana  que fue al Valle de Aosta a hacer un curso de perfeccionamiento de Órgano  con un maestro  del  instrumento. El hombre tenía ochenta años. 

Tocó una pieza de Bach y, mientras tocaba, mi hermana observó que el hombre lloraba.

- ¿Cuántas veces ha  interpretado esta  sonata?

- Decenas de miles de veces.

- ¿Y siempre llorando?

- Siempre. Si no llora tocando a Bach, esto no es lo suyo.

En las convivencias  de verano , con los chavales, teníamos tertulias musicales que duraban horas y horas, y era maravilloso comprobar la corriente de felicidad, de sinergias , que provocaban las letras, a veces, hasta romper en lágrimas.

Hoy ,en ocasiones, muy pocas, la verdad, aunque es costumbre que va a  más, canto  si estoy a solas en una capilla. Cantar en voz alta en una solitaria capilla. Es conmovedor. Al menos para mi.

El órgano es un instrumento totalmente distinto a los demás. Cada uno es distinto. Es el único que se toca con los pies y con las manos. Varían el teclado, los pedales, las llaves, el número de tubos, lo que produce una distinta sonoridad en cada uno de ellos. Tampoco su intensidad tiene que ver con lo más o menos fuerte que se golpeen las teclas. 

Un organista no pone caras al interpretar. No va por allí este instrumento.

No hay ni de lejos un instrumento con esos niveles de complejidad. 

Bach se ganaba la vida cuando era joven arreglando los órganos de las ciudades alemanas. Tardaba en viajar dos o tres semanas para llegar a su destino y hacía a pie buena parte de su recorrido. Tal vez de esas  horas caminando en soledad  expliquen .

Ahora  escucho una cantata y  ateos recalcitrantes afirman  que no hay en la historia de la música una obra comparable a la Pasión según San Mateo, que es mucho más convincente sobre la existencia de Dios que toda la filosofía escolástica.

Bach nos hace la vida mucho más soportable. Nos ayuda a mirar la realidad con otros ojos, a encontrar espiritualidad donde algunos no ven nada.

Y de  la Biblia, ¿qué decir?: allí está todo.

3 comentarios:

  1. Mi amigo, el Gordo de Minesota, me acompaña en algunos viajes.
    - ¿Dónde vas hoy, chico?
    - A las Conchinchinas, donde siempre.
    - Me voy contigo.
    ...
    Dos hombres en un vehículo establecen un tipo de comunicación breve.
    - Para, que tengo que mear.
    - Gordo, eres un coñazo.
    - Por eso te acompaño a tí, que eres un plasta.
    ...
    Mi amigo es como Sancho Panza, vive para lo inmediato.
    Aquí y ahora. No hay futuro.
    ...
    - ¿Todavía escuchas música del milenio pasado? A ver si te actualizas.
    - Calla y conduce, Gordo.
    ...
    Al subir un puerto de montaña siempre te la juegas.
    Existe la posibilidad de que saltes el guardarraíl y te vayas al infierno antes de tiempo.
    Así que ayer le enchufé a Bach al cabrón del Gordo.
    ...
    - ¡No me jodas que me vas a poner música clásica!
    - Tú calla y escucha, Gordo.
    ...
    Sancho Panza en una pendiente del seis por ciento.
    Carril para lentos.
    El motor del Volvo a tres mil quinientas y el freno eléctrico recalentándose.
    Y el guardarraíl mirándonos atento, el muy putas.
    ...
    Segunda corta. Curva de montaña. Cinco mil revoluciones por minuto.
    Y a Sancho Panza le cae una lágrima sentida.
    ...
    - ¿Te pasa algo, Gordo?
    - Se me habrá metido carbonilla en el ojo.
    ...
    Mientras duró la Sonata, el Gordo no quiso parar.
    Estaba disfrutando.

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  3. Una cita sacada de la autobiografía de Pablo Casals, que vivió 96 años y, como se desprende de sus palabras, lo tocó a diario desde los dieciséis:

    «Todas las mañanas a lo largo de estos últimos ochenta años las he comenzado del mismo modo, pero no como algo mecánico ni por mera rutina, sino porque es esencial para mi vida cotidiana: me dirijo al piano e interpreto dos preludios y fugas de Bach. No concibo hacer algo distinto. Es algo así como un acto de bendición, pero para mí significa aún algo más: es el siempre renovado redescubrimiento de un mundo al cual me alegra pertenecer. Rebosante de la conciencia de topar aquí con el milagro de la vida misma, experimento con asombro lo casi increíble: ser un hombre. Esta música jamás es la misma para mí, ¡jamás! Día a día vuelve a ser nueva, fantástica, inaudita... Bach es, como la naturaleza, un milagro».

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